Cualquier equipo o grupo de jugadores precisa un tiempo para conocerse, entenderse y amoldarse dentro de una cancha. En esa etapa se encuentra la Selección Argentina de básquet masculino. Pasó de ser la Generación Dorada a estar en un proceso de recambio y fogueo para los más jóvenes en el ámbito internacional. No hay que exigirles logros, hay que bancarlos en esta transición que llevará su buen tiempo.
Lo que obtuvo la
Generación Dorada quedó atrás. No en el olvido. Pero lo construido desde el 2001 hasta 2014 se terminó. Ese equipo que se dio el lujo de ser el primero en la historia en ganarle a
Estados Unidos en el
Mundial Indianápolis 2002, no volverá. Tampoco el que ganó la
Medalla de Oro en los JJ.OO de Atenas 2004, Medalla de Bronce en Pekín 2008 y mucho más. Puede formarse otro gran equipo, pero ése fue único. Tuvo una identidad y un sello que lo estampó en cada presentación de la albiceleste. Pero a los tiempos hay que adaptarse. Y esa tarea le toca a
Sergio "Oveja" Hernández en su segunda etapa como entrenador del seleccionado. Pese al fin de una etapa llena de alegrías, hay futuro en los más jóvenes.
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El plantel completo de la Selección Argentina. Foto: CABB |
El
Mundial de España 2014 fue el que denotó el quiebre generacional que algún día llegaría.
Argentina finalizó onceava en el torneo con ausencias importantes en cuanto a jugadores. Los años pasan y el físico ya no aguanta tanta acumulación de partidos en un año. Con
Luis Scola y
Andrés "Chapu" Nocioni, como únicos sobrevivientes de la
GD, Argentina busca formar un nuevo estilo con las nuevas caras del plantel. Ahora los que deben adaptarse son ellos, así lo señaló
Chapu. Pero la presencia de los dos libera un poco las presiones de los demás y ayuda en el desarrollo del equipo. No sólo con la cantidad de puntos que anotan, sino con conceptos que les pueden brindar a los más chicos que carecen del roce internacional. Hay que prepararlos para las grandes citas. En un comienzo es factible que se pierda mucho más de lo que se gane, pero de esa forma se aprende. Con cada resbalón o caída se irán haciendo más fuertes y corrigiendo errores. El hincha pide títulos y no mide los tiempos, pero para llegar a coronarse hay un trabajo previo. Como el que hubo en la
Liga Nacional de Básquet,
nacida en 1985, que propagó el básquet por todo el país y fomentó el desarrollo con un proyecto a largo plazo. Y, en cierta parte, desencadenó en la
Generación Dorada. La actualidad hay que tomarla con paciencia y expectativa. Porque Argentina está como cuando uno se separa de su pareja y se está acomodando todavía. Está superando lo anterior, que fue hermoso, y ahora mirando hacia el futuro con ilusión.
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Hernández dialogando con Laprovíttola, Richotti, Aguerre y Nocioni. Foto: CABB |
El Seleccionado cuenta con mayoría de jugadores provenientes de la liga local y eso es alentador. Significa que el torneo argentino es competitivo y tiene grandes talentos. El único punto débil es el de no tener muchos partidos a nivel internacional. De los jugadores que se estima que estarán en el
Preolímpico de México (a partir del 31 de agosto) sólo seis juegan en otros países:
Scola (Toronto Raptors), Nocioni (Real Madrid), Facundo Campazzo (Murcia), Nicolás Laprovíttola (Lietuvos Rytas), Nicolás Richotti (Canarias) y Patricio Garino (Universidad George Washington). Por eso Hernández junto a su cuerpo técnico tendrá la tarea de imponer un estilo de juego y generar una mentalidad ganadora en el grupo. El trayecto es largo y dificultoso, pero no imposible. Talentos hay, sólo falta aceitar y pulir a cada uno de los jugadores para sacar lo mejor de si mismos. Sería un error criticar al equipo si no se logran cosas importantes a corto plazo. Hay que aceptar que sólo quedan matices de lo que fue la
Generación Dorada. Ahora hay que explotar los talentos de los más chicos y tener paciencia que volverán los logros en algún momento.
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