El conformismo no existe para Guardiola

Pep Guardiola revolucionó el fútbol mundial desde su debut como técnico en el Barcelona de España. No caben dudas. Le dio un estilo y un compás al deporte. Un compás brilloso y melódico como una Ópera. Fue el conductor de esa Ópera fantástica que deslumbró a los futboleros y a los no tan metidos en la materia. Pero su labor no finalizó ahí. Después de ganar cuanto título se le cruzó en el calendario de los catalanes, llevó toda su sabiduría e idea a otro país europeo: Alemania. Llegó al Bayern Munich, el más poderoso del país, y también lo hizo funcionar como quiso. Bah, lo sigue haciendo. Ahora, con la certeza de que no renovará su vínculo con el conjunto bávaro, quiere trasladar su Ópera a la liga inglesa. El conformismo no forma parte de su diccionario.

Pep Guardiola en el Bayern Munich. Gentileza: www.tiempo.hn
Decir que Guardiola es el mejor entrenador del mundo, es casi una obviedad. Sus 19 copas entre Barsa y Bayern (exceptuando el certamen obtenido con el Barcelona B en la tercera división) lo respaldan. Pero lo que llama la atención del coach español es que tiene una mentalidad ganadora envidiable para cualquiera. Todo parte desde ahí, de su anti-conformismo. El no conformarse con el lugar que ocupa mundialmente, hace que les pase ese hambre de títulos a sus dirigidos. Por supuesto que -a su vez- les plantea su idea de juego y luego la lleva a cabo en la cancha. Pero siempre surgen dudas cuando un protagonista cambia de aire, o sea de club. Porque se teme que baje su rendimiento. Sucede mayormente en los futbolistas pero los técnicos no están exentos de eso. Y Guardiola ya dio muestra de que no le pesó cambiar de liga. Al Barcelona y al Bayern Munich los hizo jugar a su antojo y con más alegrías que tristezas. Plasmó su ideología ofensiva, agresiva y dominante sobre el rival. Está claro que tuvo grandes intérpretes para hacer triunfar esa idea pero -de todos modos- es muy destacada su labor en ambos equipos. Incluso, en el club alemán, se dio el gusto de jugar sin defensores centrales en un partido de liga. Su línea de tres defensores aquel día fue: Philipp Lahm, Xabi Alonso y David Alaba. Esa tarde le ganó 3-0 al Bayern Leverkusen y fue otra muestra de su incansable búsqueda del arco rival por sobre el cuidado del suyo.

Este es el equipo que paró Guardiola sin defensores centrales. Gentileza: www.tn.com.ar
El contrato actual de Guardiola en el Bayern Munich se vence en junio de este año y, hace dos semanas, los dirigentes señalaron que no renovará. Faltaba la palabra de Pep y no tardó en llegar: "Quiero entrenar en la Premier League (liga inglesa). Esa es la única razón por la que no prolongo el contrato". Así de claro y contundente fue el dt multicampeón. "En este momento de mi carrera necesito nuevos desafíos. Esta es mi segunda experiencia como técnico y ahora necesito nuevos estímulos, nuevos jugadores", ahondó Pep. El español no se achica y quiere hacerle frente a una de las ligas con más prestigio. Llevando su ideología y sus métodos, claro. El hambre de gloria que posee supera cualquier presión que se le instale por ser el mejor. A él le gusta, lo potencia. Esa adrenalina es la que busca. Sus facultades ya las ha probado en dos clubes y países distintos. Ahora va por más. Se habla del Manchester City como máximo aspirante a tenerlo como su técnico pero Guardiola bajó un cambio y dejó abierta la posibilidad para varios clubes: "Tengo distintas ofertas pero aún no me he decidido".

Guardiola no se priva de nada y se puede dar el lujo de decidir a dónde ir, eso no le pasa a todos. Pero lo que más asombra es la búsqueda de nuevos retos en su corta carrera. No le gusta conformarse, quizá lo aburre. Esa palabra no aparece entre las hojas de su vida. En los próximos meses se sabrá cuál será el destino de Pep pero quien tenga la dicha de tenerlo en su banco de suplentes, tendrá a un líder nato que le instalará a todos las ambiciones colectivas por sobre las personales. Después, las estadísticas hablarán por sí solas y se lo podrá criticar o halagar. 



     

Motivación les sobra

Los hinchas de River no ven la hora de que llegue el domingo para enfrentarse al poderoso Barcelona pero a los jugadores Millonarios les sucede lo mismo. Están ante la posibilidad de retumbar por el mundo con una victoria que implicaría la gloria máxima para el club y, de cara a ese partido, hay múltiples factores que harán salir motivados a los dirigidos por Marcelo Gallardo.

El plantel de River entrenándose en Japón. Gentileza: www.goal.com
La gente que atravesó el mapa para alentar a su equipo en Japón, los hinchas de cada rincón del mundo y hasta los mismísimos jugadores de River están cumpliendo un sueño. Un sueño que, seguramente, no se veía cercano cuando les tocó la peor desgracia deportiva en 2011. Pero la historia, cuatro años después, es distinta. El club de Núñez está sólo a días de disputar el mote de "mejor equipo del mundo" ante el fabuloso Barcelona de Luis Enrique. Ese solo hecho ya implica una motivación desmedida en cualquier jugador de fútbol. Otra es la posibilidad de foguearse con quienes miraban por televisión en sus casas o con los que jugaban en la PlayStation. Sólo la imagen de saludarse con un Lionel Messi, Andrés Iniesta, Neymar Jr y Luis Suárez (entre otros) hace que el futbolista riverplatense esté viviendo algo que parecía lejano años atrás. Eso no quiere decir que quedarán hipnotizados por la presencia de las mega-estrellas del equipo español. Al contrario, eso intensificará las ganas de derrotarlos y demostrarles que no son menos que ellos, aunque sus cotizaciones indiquen otra cosa. Además juegan con el apoyo de más de 15.000 gargantas que el domingo no serán una presión como resultó ante el Sanfrecce Hiroshima, sino que serán un sostén en todo momento, sobre todo en las arremetidas que emprenderá el conjunto catalán.

Entre todo ese sueño personal que tiene cada jugador está el de todos. El anhelo de llevar a River a lo más alto del mundo por segunda vez engloba a cada uno que tiene una remera blanca con la banda roja de izquierda a derecha. Y el plantel comandado por el Muñeco también lo tiene presente. Cada uno de los "Samurais" que saldrá al Estadio de Yokohama es consciente de que seguirá escribiendo historia grande en el club. Y eso no es poca cosa porque, de darse una victoria contra el Barcelona, sería el triunfo más importante de la historia del club. No es exageración. La mayor alegría de River, hasta el momento, es la Copa Intercontinental de 1986 que le ganó al Steaua Bucarest de Rumania. Esa fue la única vez que se lo consideró el mejor del planeta. Cabe destacar que el combinado rumano le había ganado la UEFA Champions League 1985/86 al Barcelona por penales pero ni se asemeja aquel equipo a lo que representa hoy el Barsa ante los ojos del mundo. Por eso este River tiene una única chance para romper los pronósticos y levantar por segunda vez esa copa bajo otro nombre: Mundial de Clubes.

Alario metiendo el cabezazo que les dio el pase a la final contra Barcelona. Gentileza: www.espn.com.ar
El plantel de River viene haciendo historia desde el 2014, cuando todo inició con el Torneo Final. Desde ahí se hicieron un grupo fuerte y que le dio varias copas internacionales a los fanáticos. Pero siempre hay nuevos objetivos y este es uno. Ganaron la tercera Libertadores de la institución y eso les dio la gratificación de disputar este certamen. Ahora que están a 90 o 120 minutos de agrandar sus apellidos y de conseguir la máxima hazaña en los más de 100 años de River, no aflojarán. Por ese lado debe estar tranquilo el hincha. La motivación no es problema para este grupo, le sobra. Hay metas personales, grupales e institucionales que los hacen apretar aún más el acelerador. La incertidumbre aparece cuando se piensa en lo estrictamente futbolístico. River no está en su plenitud y queda claro sobre todo en lo defensivo. Deja más espacios y eso puede ser letal ante el funcionamiento que posee Barcelona. Por otra parte, otra gran problemática es la generación de juego en ataque. Los de Gallardo actualmente carecen de creatividad para ser profundos en la ofensiva. El bajo rendimiento de Leonardo Pisculichi, la poca adaptación de Gonzalo "Pity" Martínez y de otros futbolistas hacen que el Millonario no sea tan confiable. Pero estos son los partidos que también le gustan a este plantel. Esos en los que sacan corazón, garra y personalidad para sacar adelante las complicaciones.

El domingo a las 7.30 de Argentina se dejará de hablar y hacer lecturas previas. Todo quedará en la responsabilidad de los futbolistas. Pero el hincha de River puede tomar confianza porque a este grupo le sobra motivación y ganas de continuar haciendo historia. Quieren que el día de mañana otros jugadores visiten el Museo del club y los vea en las imágenes cumpliendo el sueño de millones. Incluso el de ellos.

Kobe le suelta la mano a su gran amor

El retiro anunciado el domingo pasado por Kobe Bryant, mega estrella de la NBA y Los Ángeles Lakers, repercutió por todo el mundo y lo hizo de una forma poco convencional. Muchos deportistas acuden a expresar su salida en una entrevista, tras un partido, en una conferencia de prensa o escenarios similares. Pero Kobe no. Él, siempre distinto -como lo fue en una cancha en sus mejores años-, buscó una manera romántica, triste y llena de melancolía para despedirse antes de tiempo. Escribió un poema que no fue dirigido al público, sino a su amigo fiel que lo ha acompañado desde hace más de 30 años: el básquet.

Kobe posando con los cinco títulos que obtuvo en la NBA

Bike Polo, una pasión amateur

El polo históricamente estuvo ligado a la clase alta, ya sea por el costo que demanda el deporte o por el público seguidor. Pero en Argentina, y en otros países del mundo, hay una forma más económica y diferente de jugarlo. Es un deporte totalmente distinto pero que mezcla esa disciplina con las bicicletas. En Capital Federal hay un sólo punto de encuentro donde los fanáticos juegan y fuimos hasta ahí para conocerlo de lleno.


En la Plaza Unidad Latinoamericana (Acuña de Figueroa y Costa Rica, Palermo) se reúnen todos los martes y jueves por la noche un grupo de personas a jugar bike polo o bici polo. La cita es a las 21 horas y van llegando minutos antes para poner a punto las bicicletas o simplemente charlar. El número de integrantes varía según las obligaciones de cada uno. El fin es pasar un buen momento haciendo el deporte que les gusta. Al ser al aire libre, está estipulado que se suspende en caso de lluvia. "Es abierto tanto para hombres como para mujeres. Quien quiera, viene y prueba lo que es el juego. Las reglas son básicas para poder empezar", indica Guillermo, que juega hace más de un año. Este deporte llegó a Argentina en el 2010 por un francés llamado Pier, que fue quien descubrió incluso la plaza donde hoy juegan en Buenos Aires. Pablo o "Poio" -como es conocido en el grupo- fue uno de los primeros jugadores argentinos y también amigo del mismísimo Pier: "Él jugaba en Estados Unidos, donde vivía, y nos dijo de juntarnos. Empezamos y éramos tres o cuatro. Los que nos veían, nos decían "qué ridículos". Nosotros también lo pensábamos (risas)". El bike polo tiene dos torneos fijos cada año, que son el Nacional y el Sudamericano -que hace un tiempo pasó a ser Latinoamericano-. En el Nacional, generalmente, se anotan 20 o 25 equipos que se representan a sí mismos bajo el nombre que quieren. No es que ingresan en representación de alguna provincia o algo por el estilo. Como el deporte está en pleno desarrollo, todavía no está reglamentado ni cerca del profesionalismo. "Hay tan pocos equipos en el mundo que no da para poner tantas leyes", detalla Martín, uno de los más hábiles en la cancha. Pablo, que tiene 35 años y está en el ruedo hace casi seis, confiesa: "Este deporte yo creo que existe por el Internet, sino creo que ni se jugaría acá en Argentina".

Para entender un poco el deporte, hay que aclarar algunas reglas. Los partidos duran 12 minutos o un total de cinco goles en una cancha de 20x40 (aproximadamente); no se puede tocar el suelo con los pies -o sea que hay que mantener el equilibrio arriba de la bici-, si uno lo toca, debe ir hasta uno de los extremos de la mitad de la cancha y golpear el taco contra el suelo para volver a estar habilitado; y no hay una cantidad mínima de pases para que se pueda anotar. Los arcos se asemejan a los del hockey sobre patines y para dar comienzo al juego, la bocha se ubica en la mitad del campo y los tres jugadores de cada equipo se posicionan detrás de la línea de su arco. Acto seguido, gritan "polo" y salen en velocidad para hacerse de la posesión de la bocha. Algo frecuente, para todos los que empiezan, es que las primeras veces casi no tocan la bocha. Esto es debido a que están más concentrados en poder mantener el equilibrio de la bicicleta, que en leer el desarrollo del juego. En la actualidad, sólo se juega en algunos lugares de Argentina: Rosario, que empezó casi contemporáneo a Buenos Aires, Villa Constitución, Santa Fe y Córdoba. Anteriormente, se había jugado también en Chaco y Corrientes, por ejemplo. Un hecho que contribuyó a la difusión del bike polo en Argentina fue el Sudamericano 2012, que lo organizó Buenos Aires en octubre de ese año. Dicha organización contó con el apoyo del Gobierno de la Ciudad, que permitió la utilización del espacio y habilitó una ambulancia -que era una de las condiciones para poder realizar el certamen-.


El bike polo todavía es muy nuevo en el país y carece de profesionalidad pero eso no quita que quienes lo juegan lo tomen en serio. "Nosotros lo tomamos como hobby y deporte", expresa Guillermo. Después, Martín concluye: "Es una pasión amateur. A nivel europeo no te digo que es conocido o profesional pero hay otra onda. Acá es pulmón y más pulmón". De todos modos, Pablo no deja de soñar con que el deporte tenga un salto de calidad: "Tengo la esperanza, todavía no la perdí, de que en algún momento lo van a agregar -no queda otra- a los Xtreme Games. Creo que encuadraría bastante pero todavía sigue siendo muy invisible".

Como todo deporte amateur, está abierto a recibir gente nueva. Así lo indican también en su grupo de Facebook: Buenos Aires Bike Polo. Ahí invitan a los interesados a acercarse con sus bicicletas para conocer el deporte y divertirse. La intención es que el bici polo adquiera conocimiento y, obviamente, adeptos para su mayor desarrollo. El bike polo es una pasión amateur que no para de crecer.




La tecnología pide cancha

El bochornoso arbitraje de Diego Ceballos en la final de la Copa Argentina, entre Boca y Rosario Central, volvió a abrir el debate en el fútbol argentino. Algunos hablan de robo, otros se respaldan con que a ellos también los han perjudicado en otras ocasiones y cada uno lleva agua para su molino. Lo innegable es que el fútbol, deporte más popular del país, requiere de un cambio profundo y transparente. La tecnología no sería la solución exclusiva, pero sí sería una herramienta que ayudaría a blanquear algunas situaciones de juego y a descomprimir presiones sobre los árbitros en todo el mundo, no sólo en Argentina. Pero para aplicarla, se deberían marcar pautas que no hagan perder la esencia del deporte.

Ceballos dirigiendo la final de la Copa Argentina entre Boca y Rosario Central. Gentileza: www.losandes.com.ar
La noche vergonzosa que tuvo Ceballos hizo aparecer -una vez más- los fantasmas del arbitraje argentino. Después de haber incidido totalmente en el resultado y desarrollo del encuentro, abrió el debate y las denuncias. "Soy un humano y me equivoqué", confesó el juez de la final. Es cierto que cualquiera puede fallar en su labor, sea en el ámbito que sea, pero no puede hacer una justificación tan vacía y carente de perdones hacia los perjudicados. Por otra parte, también es válida la defensa de Boca escudándose con que a ellos también les "robaron" en algún partido. Porque es así, ningún equipo argentino está exento de un fallo arbitral. Con el tiempo, nos acostumbraron a aceptar los errores arbitrales y a tomarlos como algo más de nuestro fútbol pero no tiene porqué ser así. Si vamos a la cuestión, errores de parte de los jueces siempre existieron. Lo que cambia es que décadas atrás no había tantas cámaras que dejaran expuestas las situaciones dudosas. En la actualidad hay de diferentes ángulos y para todos los gustos. Por eso es muy cerrado y antiguo el pensamiento de no querer tecnología en el juego. Y a la vez parece una decisión frívola de defender lo no ético. La tecnología, si existe, hay que utilizarla, sino es quedarse en el tiempo y no mejorar. Porque usarla no es un capricho, es una necesidad que está pidiendo el deporte.

Aplicar la tecnología en el fútbol no depende de la AFA pero sí de la FIFA. Todo tiene que partir desde la institución que rige al fútbol mundial. Hay quienes fundamentan que se harían los partidos muy pausados, entre otras cosas. Pero si se ponen normas estrictas, se podría equilibrar la balanza. Por ejemplo, ¿por qué no se puede pensar que cada director técnico tenga tres circunstancias de juego en las que pueda pedir que se revise el fallo?, ó ¿por qué no tener tres chances de pedir revisión y que a la primera errada por parte del técnico, dejar de poseer ese beneficio? Y si no se quiere perder mucho tiempo, ¿por qué no parar el reloj del encuentro mientras se hace la revisión de la jugada en cuestión? Los partidos terminarían unos minutos después pero alguno piensa ¿cuánto tiempo se pierde cuando los jugadores dan esos espectáculos haciendo tiempo? Después otro punto a analizar sería qué tipo de jugadas podría discutir un entrenador. Se podría señalar que fuesen jugadas decisivas como penales, goles y tiros libres en las cercanías del área. El fútbol necesita de algún tipo de ayuda externa a lo arbitral. No por darle espacio a la tecnología van a dejar de existir los árbitros pero ese factor ayudaría a las dos partes e incluso calmaría un poco la relación entre árbitros y entrenadores. Hay que buscar la manera de que no se abuse del recurso tecnológico pero dándole importancia en ocasiones tensas y decisivas de un partido.

La tecnología la utilizan día a día todos, incluyendo a quienes se oponen a la presencia de ésta en el fútbol. Quizá sería más interesante y productivo usarla en este tipo de cosas y no sólo para subir una foto en una red social. Este es un tema candente que continuamente da que hablar pero la pelota exige perfeccionismo y blanqueamiento para mantener el prestigio. Sin dudas, en algún momento deberán ceder los de arriba.     




  

El fin de la sequía

Boca se consagró campeón del fútbol argentino tras el 1-0 sobre Tigre y volvió a festejar después de tres años. Para los Xeneizes fue mucho tiempo y ayer pudieron cortar la racha sin logros que pareció más de lo que fue.

El plantel de Boca festejando el título local número 31 del club. Gentileza: www.diariochaco.com
El torneo de 30 equipos llevó al plantel y a los hinchas por distintos estados de ánimo, eso en innegable, pero todos se antepusieron a los sube y baja emocionales y alzaron el título nacional después de cuatro años (el Apertura 2011 había sido el último a nivel local). A este Boca dirigido por Rodolfo "Vasco" Arruabarrena le propinaron varios golpes y por eso este torneo es tan festejado por todos. Porque tuvieron que dejar atrás las pesadillas de las eliminaciones con River en Copa Sudamericana y Copa Libertadores y jugarse las últimas fichas al torneo local y a la Copa Argentina, donde jugarán la final el miércoles con Rosario Central. El gran paso lo dieron. Entre los dos torneos el fundamental era el recién conseguido. De todos modos, ni el hincha ni el plantel se conforma. Ahora van por todo. La Copa Argentina, que fue la última consagración de Boca (2011/12) previo al torneo 2015, es la que falta para terminar de la mejor manera el año. Mientras tanto, la alegría no cesa con el título que obtuvieron de la mano de Carlitos Tevez.

Cuando sonó el pitazo final de Fernando Beligoy, fue como un renacer para el hincha. Desde aquella Copa Argetina del 2011/12 que no festejaba y la mayoría de los otros equipos denominados grandes sí. La espina se intensificaba cada vez más y hacía esperar para un nuevo logro azul y amarillo. En el último tiempo el que sufrió más críticas, presiones y reproches fue el Vasco, que tuvo que arrastrar todo eso hasta el desahogo dominguero. Lo cuestionaron de que no tenía pasta para los partidos importantes, que le jugaba en contra la famosa rotación y que no ganaba los duelos determinantes en los que debía hacerse de los tres puntos. Además, su currículum plasmaba las eliminaciones con el rival de toda la vida, que pesaba en la balanza y mucho. Pero todo el equipo, con Tevez como bandera, salió adelante de las tormentas que azotaron a La Boca meses atrás y se quedaron con el Julio Grondona, en el que dominaron -prácticamente- de principio a fin.

A pesar de las críticas recurrentes, sobre todo de la prensa, Boca fue el más regular y contundente del torneo. Las estadísticas lo avalan. Los Xeneizes registraron 20 alegrías, 5 igualdades y 4 derrotas en 29 encuentros. Además, a una fecha de finalizar el certamen, son el equipo que más tantos metió con 48 y el que más diferencia de gol tuvo con 25 entre a favor y en contra. La eficacia que tuvo el Vasco habla por sí sola de la labor del cuerpo técnico: 73,56%. Es indudable de que fue el mejor en el balance general. Quizá no jugó a veces de una manera lujosa pero golpeó en los momentos oportunos para lograr el objetivo final. Y los dos factores que hicieron estallar al pueblo boquense fue que lo ganaron con Carlos Tevez como líder máximo y porque cortaron una racha negativa de tres años sin levantar una copa. Igualmente no se quedan con eso y ahora van por el combo ante el duro Rosario Central de Eduardo "Chacho" Coudet

El Kid que no fue niño

El nene tenía ocho años y quería ser como sus amigos. Soñaba divertirse con juguetes o simples juegos infantiles como cualquiera. Pero eso no pasaba. ¿Por qué? Por su padre. Él lo asfixiaba cumpliendo un sueño a través de su congénito. El nene, con la mirada triste y con su ánimo por el suelo, le hacía caso a esa figura paterna y potenciaba un talento -todavía no conocido- que reluciría varios años después. Su mejor amigo, o mejor dicho amiga, fue una pelota redonda, pequeña y de color amarilla que le hablaba con cada pique. Fue una amistad forzada que llevó a ese niño, Andre Agassi, a ser uno de los mejores tenistas de la historia.


Andre Kirk Agassian, como lo indica su verdadero nombre, construyó una carrera de logros envidiables para cualquier tenista. El "Kid" de Las Vegas, Estados Unidos, creció en una cancha de tenis en jornadas agotadoras que no lo hacían feliz. Evolucionaba en su juego día a día mientras alimentaba el sueño de su padre Emmanuel, que le había regalado su primera raqueta a sus dos años de vida. A pesar de su no agraciada relación con el tenis, conquistó ocho títulos de Grand Slam: cuatro veces el Abierto de Australia, dos veces el Abierto de Estados Unidos y una vez el Roland Garros y Wimbledon. Y a su vez, sumó 17 ATP Masters Series. El "Rebelde", como también lo apodaban, confesó en una conferencia en México (a sus 45 años) la carga que sentía desde su progenitor en sus primeros pasos. Agassi se convirtió en profesional con sólo 16 años. Su padre emanaba felicidad pero él, en contraste, no. "No empecé en el tenis por elección, yo odiaba al tenis con toda mi alma y lo odié por la mayor parte de mi carrera. Yo tenía que golpear miles de pelotas por día porque mi papá tenía la idea de que nadie me iba a ganar si golpeaba miles de bolas por día y por años", detalló Agassi en la conferencia.

Agassi en sus primeros años. 
El estadounidense jugó en el terreno profesional entre 1986 y 2006, cuando con 36 años se retiró del deporte. En ese lapso llegó a ser el mejor del mundo en tres oportunidades: 1995, 1999-2000 y 2003. Por otra parte, también formó parte del seleccionado que ganó la Copa Davis en 1990 y 1992. Y para decorar también su trayectoria repleta de logros, obtuvo la medalla de oro para su país en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996. Pero ningún triunfo o certamen pudo tapar su odio desmedido hacia el tenis. "Mi papá era muy intenso. Era una carga que me hundía y ese resentimiento me acompañó", prosiguió el polémico Agassi. Mientras cualquier chico se divertía haciendo picardías juveniles o disfrutando, él maduraba a la fuerza en una cancha de tenis silenciosa. Quizá su enojo hacia el tenis lo demostró con la rebeldía que lo caracterizó durante toda su vida profesional. Las pelucas y los colores efusivos que usaba eran su forma de llamar la atención y -capaz- de hacerle una mojada de oreja al deporte de clase alta. Su infancia no fue como él habría deseado y esa etapa la vivió como un adulto, con responsabilidades y obligaciones. Eso lo marcó para siempre y lo hizo odiar profundamente al deporte en el que perdurará por siempre. "Era el número uno más infeliz del mundo, prefería ser el 141. Cada vez que salí a jugar sentí que estaba fingiendo", señaló el "Rebelde".

La vida deportiva de Agassi tiene muchos títulos y récords pero a él eso no lo satisfizo. Él cumplió el sueño de su padre en vez de perseguir el suyo, eso es lo que expresa nueve años después de su despedida. Nunca fue feliz dentro de una cancha aunque haya sido uno de los mejores. Lo sufrió y sólo lo tomó como un trabajo. Las presiones de Emmanuel o "Mike" fueron suficientes para que el "Kid" se le rebelara a todos excepto a él. A ese que lo obligó a seguir una rutina semanal convirtiéndolo casi en un robot. Un robot que dejó el sentimentalismo de lado y que llevó a cabo la misión que le determinó otro.