Como entró, salió

Leonardo Ponzio está marcado a fuego con Boca. No sólo por la intensidad que aplicó en cada Superclásico que jugó y las patadas que propinó a sus rivales, sino también porque fue su entrada y salida del equipo titular dirigido por Marcelo Gallardo. En la idea de juego del "Muñeco" nunca estuvo presente el mediocampista pero en un momento debió negociar su ideología por la búsqueda incesante de resultados positivos. Ahora, se repite la historia.

Leo Ponzio, en la era Gallardo, se ganó el mote de referente por sus actuaciones ante Boca en la Copa Sudamericana de 2014. En aquella competencia, que después ganaría el Millo, Ponzio sacó todo su temperamento contra el rival de toda la vida. Jugó fuerte y metió desmedidamente sin ser echado por los árbitros. Eso generó furia en los "Xeneizes" porque parecía jugar gratis los encuentros. El exNewell´s sacó chapa de líder en esa serie y se llevó los halagos de los hinchas y la prensa. River le había jugado "a lo Boca" en La Bombonera y en el Monumental había sucedido lo mismo. El Millonario en ataque trataba de lucirse, como en el último tiempo, pero en defensa era rígido e intenso. Por momentos, demasiado. Pero ahí Ponzio le demostró a Gallardo que podía entrar en sus planes.

Ponzio marcando a Gago en la Copa Sudamericana 2014. Gentileza: www.quilmeshoy.com.ar
En este 2015, también ante Boca, el Muñe se llevó una lección y mojada de oreja. El 2-0 que sufrió River en La Bombonera por el Torneo Local hizo que el técnico riverplatense se diera cuenta de que el esquema debía cambiarse. Ponzio, en esa oportunidad, no había estado en el campo de juego. Esa derrota, que abría la trilogía de Superclásicos, provocó un cambio rotundo en River. Debía enfrentar a Boca en los Octavos de Final de la Copa Libertadores y Gallardo metió un volantazo a tiempo en su equipo. Dejó atrás el juego vistozo del año anterior, en el que jugaba con un solo mediocampista central -Matías Kranevitter-, y plantó un doble cinco formado por los dos jugadores mencionados. Ya no era el equipo al que todos le tiraban flores por su juego ofensivo pero ganaba e imponía respeto. A los rivales les costaba superar esa muralla que instalaban Ponzio y Kranevitter. En esa fase con Boca, Ponzio se llevó nuevamente todos los logros. Destacaron la tarea del santafesino porque, una vez más, se la había guapeado a Boca -que masticaba bronca y se quedaba afuera de vuelta con su archirrival-. Desde ese primer partido en el Monumental, Gallardo encontró un nuevo sistema de juego. Era un 4-4-2 que metía y generaba juego a la vez. A River le sumó mucho la ayuda de Leo porque hizo más rígido el mediocampo. A pesar de no haber entrado en los planes de Gallardo en un comienzo, Ponzio se tornó infaltable en el 11 titular. ¿Pero todo principio tiene un final, no? Y esta no fue la excepción.

En pleno festejo del combo Copa Sudamericana, Recopa Sudamericana, Copa Libertadores y Copa Suruga Bank, River bajó sus rendimientos. Volvió de su visita en Japón y le costó conseguir triunfos. Perdió como local 1-0 con San Martín de San Juan, perdió 2-1 con Estudiantes en La Plata -tras ir en ventaja 1-0-, empató 1-1 en su casa ante Huracán, después cosechó su primera victoria desde la Suruga Bank con un 4-1 en Mataderos contra Nueva Chicago, y el último golpe se lo dio Boca con el 1-0 en el Monumental. Ésa fue la gota que rebalsó el vaso. Ponzio, otra vez, jugó al límite y repartió patadas en un clásico. La intensidad fue confundida con agresividad y Gallardo lo notó. Cuando vio que Ponzio estaba por ser expulsado, lo cambió por Luis "Lucho" González. Como siempre, Boca se volvía fundamental para la toma de decisiones de Gallardo. River daba varias ventajas en el mediocampo y ya no era el equipo firme de otro momento. El Muñeco, tras el 1-0 que le devolvió la punta a Boca, se refirió a que tenían que "volver a las bases". Y eso hizo. Dio otro volantazo y sacó a Ponzio del equipo titular. Se cansó del doble cinco y puso a un solo mediocampista central (Kranevitter) sumando a un enganche: Leonardo Pisculichi. Sí, el Pisculichi que fue determinante para que River ganara la Copa Sudamericana 2014. El Muñeco creyó que era tiempo de darle confianza al 10 y mandarlo desde el arranque.

 
Ponzio en la derrota 1-0 con Boca en el Monumental. Gentileza: www.mendozapost.com
La primera prueba fue Lanús en el Monumental y tuvo chispazos de lo que quiere Gallardo. El primer tiempo de River no fue para nada bueno y lo mejor se vio en la segunda etapa. Se vio un destello de aquel equipo que presionaba a los defensores rivales, que trataba de triangular y que utilizaba a los laterales por las bandas para atacar. Fue 1-1 y, en general, no fue una buena presentación para el local. Sólo algunas ocasiones del segundo tiempo. Pero en los Octavos de Final de la Copa Sudamericana 2015 se acercó más a lo que el Muñe anhela. River enfrentó a Liga de Quito, Ecuador, y fue un monólogo del Millonario. Los ecuatorianos plantaron cinco defensores y hubo pocos intentos de atacar al local. En cambio, River llevó a su defensa hasta la mitad de la cancha, fue horizontal con su juego, los laterales llegaron hasta el fondo del campo en reiteradas ocasiones y hubo mayor funcionamiento colectivo. El Millo consiguió un 2-0 a favor y lo hace ir más confiado para la definición en Quito. Pero este renacer futbolístico lo tiene con uno de los estandartes en el banco de suplentes. Sí, con Ponzio mirando sentado como cualquier espectador. 

La Banda todavía está lejos de alcanzar el pico máximo de rendimiento en esta vuelta a las bases, pero es un cambio importante el que planteó Gallardo. La idea del técnico Millonario fue siempre jugar con un volante central y un enganche, y ahora quiere volver a instalar esa idea. A Ponzio lo tuvo que poner porque precisaba resultados con otro esquema. Un esquema que no asumiera tantos riesgos como, en realidad, le gusta al Muñeco. Boca, otra vez, fue el que desencadenó las decisiones del cuerpo técnico y le tocó pagar a Leo. Como en otro tiempo le tocó ganar con ese cambio de sistema táctico, hoy le quedó sólo volver a remarla desde atrás. 



     

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La hazaña japonesa

En el Community Stadium de Brighton, Inglaterra, el sábado había un eco de griterío que retumbaba en el ambiente. Casi 30.000 personas, 29.290 más precisamente, festejaban una acción que se daba en el césped pisoteado durante 80 minutos. ¿Cuál era? La elección de Japón de ir por todo. Por la gloria. Se enfrentaba a los Springboks sudafricanos, bicampeones y potencia del rugby, en el debut del Grupo B de la Copa del Mundo y no se conformaba con una igualdad ante uno de los siempre candidatos. Los asiáticos evitaron el remate a los palos, que les hubiese dado un empate, e insistieron con buscar la victoria. Eran conscientes de que podían escribir historia.

Hesketh anotando el try que le dio el triunfo histórico a Japón. Gentileza: www.diezmas.com
La historia de los mundiales de rugby es muy breve pero es un deporte que está en constante crecimiento. Tal es así que la primera cita mundialista fue en 1987, así que la edición 2015 es la octava que se lleva a cabo. Japón su única victoria en el torneo la había logrado ante Zimbabwe en 1991 con un resultado holgado: 52-8. Hasta esta copa realizada en Inglaterra, los del medio oriente patentaban un récord de una victoria, dos empates y 21 derrotas. Por el otro lado, Sudáfrica -uno de los poderosos del rugby mundial- tiene dos trofeos que lo respaldan: 1995 y 2007. Las casas de apuestas, por supuesto, daban como ganador a los Springboks. No había oportunidad para los japoneses. Pero sólo ellos, y nada más que ellos, confiaban en sus facultades para llevarse un triunfo histórico.

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El fanatismo del vale todo

El fútbol argentino se caracteriza por ser uno de los más pasionales del mundo. Lo destacan hasta los aficionados del exterior. Pero esa pasión excede límites y llega a situaciones extremistas y frívolas. El fútbol local está en la etapa del "siga, siga".

Hinchada de Rosario Central y Newell´s Old Boys. Gentileza: www.conclusión.com.ar
Previo a un fin de semana cargado de partidos de alto calibre, como son los clásicos de varias regiones, se continúa viviendo la locura desmedida de los hinchas. Hace dos días balearon la casa de la abuela de Maximiliano Rodríguez, jugador de Newell´s, y el mediocampista señaló que "no se puede seguir viviendo así". Además, indicó: "Como sociedad, no nos podemos acostumbrar a lo malo. Mis abuelos están asustados. Este ataque fue mucho más grave que las pintadas de la otra vez". Las pintadas a las que hizo alusión "La Fiera" son a las que recibió el mismo domicilio hace menos de dos meses, también previo a un clásico rosarino. "El clásico o balas" decía en aquella oportunidad. Esta es una mala costumbre que ha adoptado el fútbol argentino hace un largo tiempo. Y sucede en todos los clubes. Los barrabravas acuden a presionar a los rivales o a los de su misma institución sin recaer en si es ídolo o no. No conocen límites. Maxi es considerado un ídolo porque salió del semillero y es hincha reconocido de la "Lepra". Volvió a Newell´s por amor al club y ganó el Torneo Final del 2013. Nada parece importar. Cualquiera puede apretar y exigir y no pasa nada. El jugador, que sufre lo que viven sus familiares, debe ponerse la casaca del equipo y el domingo desde las 15.10 horas salir a defender los colores como sea. Esa es la locura desmedida que asfixia a los futbolistas.

Las marcas de las balas en la casa de la abuela de Maxi Rodríguez. Gentileza: www.tn.com.ar
Rosario no es la única ciudad que sufre los actos vandálicos. Ese es sólo un ejemplo de los múltiples que existen. Los factores que pueden derivar en aprietes, generalmente, son: años electorales, en los cuales se desea el mal para poder ganar una elección, una campaña mala del equipo, como sucede en la actualidad de Newell´s, y el simple hecho de "mejorar el rendimiento" o hacer entender lo que es un clásico a través de amenazas. Una locura desde donde se lo vea. Pero, tristemente, es así. Los jugadores están librados al azar de lo que quieran hacer los que tienen molinetes libres en las canchas y privilegios que ningún hincha común podría tener. "Mucha gente me manda mensajes y me dice que no juegue. Es difícil. No tengo la cabeza en el mejor lugar, pero voy a llegar al domingo de la mejor manera", detalló el exjugador de la Selección Argentina en una conferencia de prensa. ¿Cómo puede pensar un hincha o barra que un jugador mejorará su rendimiento si lo amenaza o le da un susto? Es incoherente. Al contrario, hace que el futbolista esté desconectado de lo deportivo y pensativo en su entorno. Así y todo, Rodríguez se va a calzar los cortos y va a salir a defender a su equipo. Eso no está ni estuvo en duda. Ama la roja y negra y no la va a traicionar contra el eterno rival en el Gigante de Arroyito. Pero en el fanatismo inentendible estas cosas son habituales. No los para nadie y se pasan la responsabilidad entre dirigentes, policías, gobernantes y demás. Todos acuden a la famosa "ley de ventaja" del arbitraje, el "siga, siga". Hay que mirar para adelante y meter la mugre debajo de la alfombra.

Mudándose a Capital Federal, donde se jugará el Superclásico River - Boca, se ve lo mismo. No con pintadas o balas, pero sí con el intento de mantener el orden. Para un partido donde habrá sólo parcialidad local, se dispondrán más de 1300 efectivos policiales. Un número de oficiales que crece año a año para reducir la violencia. O esa es la idea. En vez de profundizar en el tema y tomar serias medidas, se busca calmar a las masas con parva de policías. Y lo peor es que después ocurren igual los inconvenientes. O la policía tranza con los barras recibiendo coimas y liberando molinetes para que se desarrolle el negocio millonario, o se avocan a controlar a quienes no van a generar conflictos. La historia de todos los domingos que se agranda ante un cotejo de tal magnitud. Simulan seguridad poniendo más y más agentes de azul. 

Pintadas, carteles, balazos y demás son técnicas utilizadas para "motivar" o presionar a rivales y a jugadores del mismo club. La violencia cruza la línea constantemente y la pelota sigue rodando. Quizá habría que pararla un poquito, reflexionar, planear y actuar para un cambio que favorezca a todos y no sólo a algunos poderosos negligentes. Esto se presenta en Rosario, Mendoza, Capital Federal, Santa Fe, Gran Buenos Aires y tantas regiones más de Argentina. El fanatismo excedió las canciones de aliento, las chicanas jodonas al rival, los papelitos, globos, bombos, banderas. Es la ley de ventaja que vemos todos los fines de semana dentro y fuera de una cancha.




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Liga alemana: la más atractiva

Cuando se mencionan las mejores ligas de fútbol del mundo aparecen primeras en la lista la inglesa, española e italiana. No se pone el ojo en otras como la Bundesliga alemana, que tiene uno de los torneos anuales más vistosos en cuanto a espectáculo para hinchas y ajenos. Esquemas, goles y más hacen que sea la liga más atractiva en la actualidad.


Los jugadores argentinos sueñan con jugar algún día en Europa. No es ningún descubrimiento. Anhelan compartir una cancha con las grandes estrellas europeas y estar en una vidriera que los muestre con los mejores. Pero cuando hablan de Europa, generalmente, se refieren a las ligas que tienen prestigio desde hace décadas como son la Premier League en Inglaterra, la BBVA en España y el Calcio en Italia. Pocos recaen en la Bundesliga alemana, que hace rato se ha convertido en una de las mejores y vistosa ante todo. Linda de ver no sólo para los fanáticos, sino también para quienes disfrutan del buen fútbol. Ese fútbol en el cual hay muchos goles, planteos ofensivos y partidos de ida y vuelta. Así es la liga que a codazos se abre camino entre las mejores y entra en la discusión.

El fútbol alemán atrajo muchas miradas cuando Pep Guardiola, entrenador español de paladar exquisito, se convirtió en el director técnico del equipo más ganador del país: Bayern Munich. Guardiola traía en su currículum 16 títulos al mando del Barcelona de España y continuó su racha ganadora en el más grande de Alemania imponiendo un estilo de juego brilloso, una marca registrada en los equipos de Pep. Alemania es el último campeón del mundo y eso no es casualidad. Mucho se debe a que varios de los jugadores del seleccionado han estado en equipos de su país y otros lo siguen estando. De los 23 jugadores que llevó Joachim Low (técnico de la selección) a Brasil 2014, 16 estaban en clubes alemanes. Entre ellos se destacaban Manuel Neuer, Bastian Schweinsteiger, Thomas Muller, Philipp Lahm, Toni Kroos, Mario Gotze y Jérome Boateng, entre otros. Todos jugadores de elite que cualquier club del mundo querría tener en su plantel. Por otra parte, el campeonato cuenta con partidos muy entretenidos. Y en eso influyen mucho los planteos tácticos de los equipos y sus estrategias. Se mira más el arco rival y se busca la posesión de la pelota en todo momento. No se acude tanto al juego de contra y se trata de lastimar al oponente a partir de la tenencia del balón. Por supuesto que a veces, dependiendo de quién está en frente, se negocia un poco el contenido táctico. Los equipos "chicos" le juegan retrasándose más a un equipo como el Bayern Munich, que tiene demasiado talento en su plantilla. Pero, en general, los partidos tienen muchos goles y bastantes llegadas a los arcos. No se suelen ver grandes bodrios. En tres fechas disputadas en el torneo se han anotado 77 goles en total, un promedio de 2,85 por juego. Es la liga en la que más goles hay en comparación con la inglesa, española e italiana. La Premier League promedia 2,56 goles por partido, mientras que la BBVA 1,75 y el Calcio 2,70. Todos los promedios son de tres fechas jugadas en cada torneo. Otro punto para aclarar es que la Bundesliga cuenta con 18 equipos y las demás con 20, o sea que se juega un partido más por fecha en las otras ligas. Por otra parte, en 27 partidos hubo un sólo empate y fue 0-0 en el cotejo entre Darmstadt y Hoffenheim de la última fecha. Ver un partido de la liga alemana es diversión asegurada para quien está en el estadio o en su casa.

En la Bundesliga sólo habitan cuatro jugadores argentinos: Franco Di Santo (Schalke 04), Emiliano Insúa (Stuttgart), David Abraham (Frankfurt) y Pablo De Blasis (Mainz 05). Es una liga que, en su mayoría, tiene jugadores de su país. Pero ha ayudado a su desarrollo la llegada de polacos, turcos y jugadores de zonas cercanas a Alemania. Algo en lo que se parecen mucho a los argentinos es que sus hinchas son eternos fieles. Se ven estadios colmados todas las fechas y con mucho cotillón, como a los criollos les gusta. Incluso la afición del Borussia Dortmund está considerada como una de las mejores del mundo. Desde hace siete años su estadio, el Signal Iduna Park, tiene un promedio de asistencia del 99%. Un condimento más para agrandar a la liga. El torneo tiene de todo: goles, partidos con intensidad, esquemas para nada amarretes y estadios que explotan cada fin de semana. Sin dudas, Alemania tiene una de las ligas más atractivas del mundo y le pelea el primer puesto a otras que gozan del mote sin deleitar tanto.       

  

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