El fútbol argentino se caracteriza por ser uno de los más pasionales del mundo. Lo destacan hasta los aficionados del exterior. Pero esa pasión excede límites y llega a situaciones extremistas y frívolas. El fútbol local está en la etapa del "siga, siga".
|
Hinchada de Rosario Central y Newell´s Old Boys. Gentileza: www.conclusión.com.ar |
Previo a un fin de semana cargado de partidos de alto calibre, como son los clásicos de varias regiones, se continúa viviendo la locura desmedida de los hinchas. Hace dos días balearon la casa de la abuela de Maximiliano Rodríguez, jugador de Newell´s, y el mediocampista señaló que "no se puede seguir viviendo así". Además, indicó: "Como sociedad, no nos podemos acostumbrar a lo malo. Mis abuelos están asustados. Este ataque fue mucho más grave que las pintadas de la otra vez". Las pintadas a las que hizo alusión "La Fiera" son a las que recibió el mismo domicilio hace menos de dos meses, también previo a un clásico rosarino. "El clásico o balas" decía en aquella oportunidad. Esta es una mala costumbre que ha adoptado el fútbol argentino hace un largo tiempo. Y sucede en todos los clubes. Los barrabravas acuden a presionar a los rivales o a los de su misma institución sin recaer en si es ídolo o no. No conocen límites. Maxi es considerado un ídolo porque salió del semillero y es hincha reconocido de la "Lepra". Volvió a Newell´s por amor al club y ganó el Torneo Final del 2013. Nada parece importar. Cualquiera puede apretar y exigir y no pasa nada. El jugador, que sufre lo que viven sus familiares, debe ponerse la casaca del equipo y el domingo desde las 15.10 horas salir a defender los colores como sea. Esa es la locura desmedida que asfixia a los futbolistas.
|
Las marcas de las balas en la casa de la abuela de Maxi Rodríguez. Gentileza: www.tn.com.ar |
Rosario no es la única ciudad que sufre los actos vandálicos. Ese es sólo un ejemplo de los múltiples que existen. Los factores que pueden derivar en aprietes, generalmente, son: años electorales, en los cuales se desea el mal para poder ganar una elección, una campaña mala del equipo, como sucede en la actualidad de Newell´s, y el simple hecho de "mejorar el rendimiento" o hacer entender lo que es un clásico a través de amenazas. Una locura desde donde se lo vea. Pero, tristemente, es así. Los jugadores están librados al azar de lo que quieran hacer los que tienen molinetes libres en las canchas y privilegios que ningún hincha común podría tener. "Mucha gente me manda mensajes y me dice que no juegue. Es difícil. No tengo la cabeza en el mejor lugar, pero voy a llegar al domingo de la mejor manera", detalló el exjugador de la Selección Argentina en una conferencia de prensa. ¿Cómo puede pensar un hincha o barra que un jugador mejorará su rendimiento si lo amenaza o le da un susto? Es incoherente. Al contrario, hace que el futbolista esté desconectado de lo deportivo y pensativo en su entorno. Así y todo, Rodríguez se va a calzar los cortos y va a salir a defender a su equipo. Eso no está ni estuvo en duda. Ama la roja y negra y no la va a traicionar contra el eterno rival en el Gigante de Arroyito. Pero en el fanatismo inentendible estas cosas son habituales. No los para nadie y se pasan la responsabilidad entre dirigentes, policías, gobernantes y demás. Todos acuden a la famosa "ley de ventaja" del arbitraje, el "siga, siga". Hay que mirar para adelante y meter la mugre debajo de la alfombra.
Mudándose a Capital Federal, donde se jugará el Superclásico River - Boca, se ve lo mismo. No con pintadas o balas, pero sí con el intento de mantener el orden. Para un partido donde habrá sólo parcialidad local, se dispondrán más de 1300 efectivos policiales. Un número de oficiales que crece año a año para reducir la violencia. O esa es la idea. En vez de profundizar en el tema y tomar serias medidas, se busca calmar a las masas con parva de policías. Y lo peor es que después ocurren igual los inconvenientes. O la policía tranza con los barras recibiendo coimas y liberando molinetes para que se desarrolle el negocio millonario, o se avocan a controlar a quienes no van a generar conflictos. La historia de todos los domingos que se agranda ante un cotejo de tal magnitud. Simulan seguridad poniendo más y más agentes de azul.
Pintadas, carteles, balazos y demás son técnicas utilizadas para "motivar" o presionar a rivales y a jugadores del mismo club. La violencia cruza la línea constantemente y la pelota sigue rodando. Quizá habría que pararla un poquito, reflexionar, planear y actuar para un cambio que favorezca a todos y no sólo a algunos poderosos negligentes. Esto se presenta en Rosario, Mendoza, Capital Federal, Santa Fe, Gran Buenos Aires y tantas regiones más de Argentina. El fanatismo excedió las canciones de aliento, las chicanas jodonas al rival, los papelitos, globos, bombos, banderas. Es la ley de ventaja que vemos todos los fines de semana dentro y fuera de una cancha.
0 comentarios: